viernes, 26 de febrero de 2016

Esta noche me siento mal. Otra vez ese vacío recorriendo mi cuerpo. Creo que me acompañará siempre. A veces sueño con ir al psicólogo, aunque ni si quiera sé por donde empezaría.

Siento que no tengo nada que aportar al mundo, no hay ningún valor en mi que ofrecer. Me siento un parásito: de mis padres, del Estado... Rabia y odio para cubrir mis inseguridades. Me pregunto si algún dia llegaré a creer en algo, o tendré ideas propias.

A veces me dan ganas de  alistarme en el ejército y ofrecer lo único que tengo de valor, aunque sea intrínseco. Mi vida.

viernes, 29 de enero de 2016

Son las 15:00 de la tarde, de un viernes cualquiera,  y por fin, después de semanas queriendo escribir algo, me pongo a ello. No me pasa sólo con escribir en el blog,(que por cierto, reabro después de 4 años, igual que la última vez, je).

Acabo de ir a la panadería, y se me ha olvidado pedir el calendario de año nuevo. Al llegar a casa he mentido y he dicho que he preguntado pero no tenían. He dicho eso que en inglés se conoce como ''white lie'', una mentira que no sirve para absolutamente nada, porque no cambia nada y la otra persona no sabe que le has mentido. El único que lo sabe es el que miente. No es que difrute haciéndolo, (porque hay gente que lo hace) pero supongo que me hace sentir mejor conmigo mismo. Es un mecanismo de defensa. Para no pensar que soy un gilipollas porque se me olvidan las cosas. Me pasa continuamente y aún no sé por qué me sucede, y con cosas mucho más importantes.

Anyway, había oído que escribir te hacía poner en orden tus pensamientos, y ayuda a expresarte mejor, también en persona, sobre todo a la hora de la rapidez verbal, que es algo que me falla enormemente. Es por eso que reabro (reablog) el blog 4 años más tarde para poder mejorar un poco como persona.

Quizá con el tiempo hasta me grabe videos hablando, pero no prometo nada.

viernes, 24 de febrero de 2012

Todo se perderá como lágrimas en la lluvia

El prado se extendía ante mí, inmenso hasta el horizonte, hasta donde conseguí alcanzar con la vista. No sé donde estaba
ni en que momento me encontraba, pero el tiempo no parecía importar en ese momento. Tenía la sensación de que allí
tendría todo el tiempo del mundo. Caía una lluvia torrencial sobre el prado, que parecía no tener fin. Era muy intensa y
caia en enormes cantidades. Como si fuera un lluvia monzónica de un país tropical. Podía durar así varias semanas
o detenerse en ese mismo instante. Dediqué una mirada al cielo, tanto como pude, pues la lluvia impedía abrir los ojos
completamente, y pude vislumbrar las nubes blancas y grises del cielo. Parecían no tener fin. Como el prado, las nubes
también se extendían hasta donde alcanza la vista y se movían torpe y lentamente en el cielo, como si se empujaran unas
a otras. Después de volver a mirar el horizonte, me sentí extraño, como si me rodeara una burbuja que me separara de
todo lo demás.



Miré de nuevo al cielo, (al fin y al cabo, el lugar estaba vacío y no había nada que ver) tanto como me permitía la
lluvia, y volví a ver las nubes avanzando lentamente. Tenía la sensación de que se movían solo cuando yo miraba y se
detenían cuando dejaba de hacerlo. Después de bajar la mirada otra vez a tierra, pude ver una silueta delante de mi.
No sabría decir a que distancia, el espacio y el tiempo en ese lugar se confundían continuamente y me era imposible
discernir con claridad. Pero si pude ver claramente quien era. Eras tú.

Me mirabas con seriedad, pero a la vez con cariño, como una madre cuando regaña a su hijo. Podía notar en tus ojos
el vacío, la nada, tal como el prado y las nubes del cielo, inmensos, pero a la vez vacuos. Intenté acercarme a ti, pero
me pesaban mucho las piernas. La hierba mojada me alcanzaba hasta las rodillas, y aunque las hojas eran finas
costaba mucho trabajo mover las piernas entre la hierba y el terreno embarrado. O tal vez no fuera eso la causa de la
torpeza a la hora de moverse, sino la propia irrealidad de la situación. Miré por tercera vez las nubes, sus flemáticos
movimientos eran igual que los míos. Si algo pudieran sentir las nubes sería lo que sentía yo en ese momento. Ansiedad,
inquietud por querer alcanzar un objetivo, pero al no lograrlo simplemente se dejan llevar por el viento, hacía un
lugar desconocido.

Hacia el vacío. Hacia la nada.

Así que eso es lo que hice. Volví a mirar al horizonte y caminé con todas mis fuerzas. Pero ahora estabas más lejos y
supe que me sería imposible alcanzarte. Parecía que pasaban horas hasta que conseguía dar un paso. Tu seguías estando
allí, mirándome fijamente, aunque pasaran las horas, sin moverte un ápice, como disfrutando de mi agonía. Pero cada vez
que conseguía dar un paso tu retrocedías dos. Me di cuenta cuando conseguí dar diez pasos, es decir, cuando pasaron..
¿cuántas horas?, quizá fuesen días o semanas enteras. Al final desistí y me derrumbe en el fango a una velocidad también
pausada, como si cayera poco a poco en mi lecho de muerte. Y levantando poco a poco la cabeza pude ver de nuevo tu
silueta fantasmal. Antes habría dicho que parecía la silueta de un ángel, pero ahora me atrevo a decir que me daba miedo.
Pero vi algo que aún me sorprendió más. Detrás de ti pude distinguir lo que parecía un grupo de árboles. Y aún mas, detrás
de ellos la silueta de una montaña. Todo ello creciendo de la nada. Puede que después de todo no fuera un lugar vacío, al
menos en cuanto a relieve se refería, porque excepto yo, todo parecía carente de emociones. Hasta tú.

Pero yo no quería creer eso, así que me levanté como pude, y volví a caminar hacía ti, si era necesario te llevaría
hasta el pequeño bosque, hasta la montaña, hasta que no pudieras retroceder más. Pero mis esperanzas no duraron mucho.
Lo supe cuando di el maldito primer paso. Entonces retrocediste más que nunca, hasta la entrada del bosque. Apenas podía
distinguirte con la espesa lluvia que caía. Me derrumbé de nuevo contra el suelo, pero esta vez mucho más rápido. Creí
que me había tropezado con algo, pero simplemente había caído por extenuación.

Fue entonces cuando derramé la primera lágrima.

Sabía que no podría tenerte entre mis brazos nunca, y no pude evitarlo. Y una vez fluyó la primera, fluyeron todas las
demás. Pero esta vez no fue despacio como cuando intentaba andar. Fue deprisa, o esa fue mi sensación.
Cuando yacía en el suelo te acercaste a mi más que nunca. Creí que
te burlarías de mi antes de morir, pero entonces la lluvia arreció por un momento y te vi llorar a ti también.
Paradójicamente eso me hizo pensar que no estaba tan mal después de todo. Incluso recuerdo que llegué a sonreírte.

No sé porque lloraste, aunque lo que nunca
sabré es si morí ahogado por las gotas de lluvia o por mis propias lágrimas, que ahora se confundían en la lluvia en un
océano vacío.

jueves, 28 de febrero de 2008

Reapertura

Bueno, después de ya 4 años sin pisar el blog (completamente olvidado hasta ayer por la noche, después de un dolor intenso de cabeza xD) lo reabro con el fin de tratar cualquier tema que se me pase por la cabeza.

Total, no lo va a ver nadie.